Jardín Galmez

Jardín Budnik

Jardín Fray León

Nombre proyecto: Jardín Fray León

Superficie Jardín: 1.600 m2

Año Construcción: 2016

Ubicación: Las Condes, Región Metropolitana, Chile

Arquitecto casa: Maurizio Angelini

 

Desde un principio, este pequeño jardín en Santiago fue planificado y creado en conjunto con el arquitecto de la casa, Maurizio Angelini. Esta cooperación entre ambos fue lo que dio fruto a lo que existe hoy: la arquitectura y el jardín como una sola cosa, y donde ves –desde que entras– que la transparencia de la arquitectura de la casa tiene una fuerte conexión con el jardín. No está claro donde empieza el paisajista y donde termina la mano del arquitecto.

Urbanización Agua Dulce

Nombre proyecto: Urbanización Agua Dulce

Superficie Jardín: 10 hectáreas

Año Construcción: 2017

Ubicación: Huentelauquén, Región de Coquimbo, Chile

 

Este proyecto busca potenciar y proteger un ecosistema que se conserva prácticamente intacto en el Norte Chico de Chile, zona privilegiada de la costa chilena, la cual cuenta con una magnífica situación geográfica: una extensa playa, dunas, y una maravillosa vista a los cordones verdes de los cerros de la cordillera de la costa. Con un clima de temperaturas medias casi todo el año y escasas lluvias.

La primera vez que visité el lugar, pude reconocer los lenguajes ondulantes de las dunas y de los cauces del agua, el lenguaje quebrado de las rocas, y la presencia de la vegetación autóctona. Con estos elementos empecé a proyectar, respetando toda la vegetación existente, introduciendo vegetación nativa, y organizando riego para fortalecer su desarrollo.

 

El proyecto comprende una extensa urbanización destinada a vivienda, con 10 hectáreas de paisajismo, en un sitio que conserva una vegetación nativa prácticamente intocada –especialmente en las quebradas– donde se pueden encontrar casi todas las especies que crecen en esta región.

Comprende un parque principal, el “Parque del Encuentro”, cuyo trazado, senderos y elementos de mobiliario están inspirados en la geometría de un estero preexistente que fue encauzado para proteger la urbanización y controlar los fuertes torrentes invernales. Las huellas naturales de las aguas lluvias fueron convertidas en caminos y senderos peatonales, respetando y reforzando los meandros de vegetación existente, y creando zonas de estar, un lugar de juegos y otros espacios de recreo.

Otro parque, el “Parque Lineal” está sobre una planicie donde casualmente se produjo una inundación el último invierno y el agua de lluvia circuló libremente sobre la superficie. Esto me inspiró para trabajar con el mismo lenguaje, creando curvas que siguen el curso del agua y una quebrada artificial que conduce el paseo hasta el mar.

En ambos parques se incluyen muros y mobiliario construidos con piedra del lugar, y elementos que evocan la quebrada y sus escorrentías, como las bancas que simulan los troncos y las ramas que arrastra el torrente tras las grandes lluvias.

Y otro lugar, “Plaza de las Rocas”, una costanera inspirada en el lenguaje anguloso de las rocas costeras, con un sendero de madera, que bordea la costa y avanza sobre los roqueríos para permitir un paseo peatonal desde la caleta, cruzando la playa, hasta la zona del hotel, cabañas y mirador.

Jardín 8 al cubo

Parque El Roble

Nombre proyecto: Parque El Roble

Superficie Jardín: 3.5 ha

Año Construcción: 1998

Ubicación: Coelemu, Región del Biobío, Chile

Arquitecto casa principal: Jorge Ramírez y Ana María Amadori

Arquitecto casa Montes: 57 Studio

Arquitecto capilla: 57 Studio

 

El lugar a intervenir estaba rodeado de muchas hectáreas de plantaciones forestales de pino que se conservan hasta hoy. Habían algunas casas abandonadas e incluso en ruinas, y distintos elementos que en su momento pertenecieron a una antigua viña no operativa. Los dueños refaccionaron las obras existentes y construyeron otras, formando una suerte de pequeña aldea.

El diseño del jardín consistió básicamente en implementar una trama de caminos, senderos, miradores y lugares para estar, cuya función es conectar los espacios a través de diferentes paseos, a modo de un parque.

Este proyecto es un buen ejemplo de integración entre una gran cantidad de elementos construidos, árboles añosos, bosques de pino y algunos reductos de flora nativa.

En los alrededores del sitio a trabajar había sectores de parronales que se mantuvieron. También existían, cerca de un lugar húmedo, muchos álamos carolino de gran tamaño y una araucaria angustifolia. Consideré que era el entorno adecuado para constituir el centro del conjunto. La imagen que me inspiró la primera visita fue de uno de los paisajes del sur de Chile, el de las grandes araucarias bajo las cuales el suelo se viste de ñirres. El espacio que contaba con mayor humedad lo destiné a una pequeña laguna, y a su alrededor incorporé arrayanes, loniceras, chauras, helechos, nuevas araucarias y acer japónico. Aunque se incluyeron especies exóticas, se logró la imagen.

Cada uno de los espacios que diseñé —el jardín de la casa principal, el jardín de la laguna, el jardín de la capilla y el jardín de la casa Montes—, tiene características propias, relacionadas con la topografía individual y con su uso.

El acceso a la casa principal es el más formal del conjunto. Allí también se ubica el edificio más antiguo, que era la bodega de vinos. Frente a ella el espacio del jardín se organiza por medio de una plaza simétrica.

La casa Montes tiene características de mirador, ya que se encuentra en lo más alto del terreno y goza de dominio visual sobre el entorno. Allí destaca un castaño de comer que se cuenta entre los más antiguos de la zona.

El jardín de la capilla es el más íntimo. Se ubica en un bosque de aromos existente, en donde implementé un sotobosque húmedo de musgos y helechos. En el lugar se percibe un aire monástico de silencio y calma.

Luego están los jardines que se relacionan con las distintas estructuras antiguas aisladas, pequeñas construcciones que fueron reacondicionadas como departamentos y dormitorios para visitas. Cada una cuenta con un pequeño mirador donde se proyectan jardines a la escala del lugar. De este modo, además de disfrutar del jardín principal, las visitas observan el parque desde estos miradores que consisten en pequeños rincones, armados principalmente con arbustos para dotarlos de independencia y privacidad (la casita del parrón, la casita de la laguna…).

Los propietarios tuvieron luego una muy buena iniciativa: debido al buen comportamiento que demostraron las primeras plantaciones hechas en el jardín, decidieron seguir reforestando fuera de sus límites, de modo que los bosques de pino que rodeaban las casas fueron reemplazados por grandes extensiones de flora nativa.

La gestión de la dueña ha sido vital en el proyecto: se ha interesado y ha hecho propuestas para que cada lugar nuevo fuese armónico con el conjunto. Fue así que los espacios que se fueron agregando con el correr del tiempo pasaron a formar parte de un jardín de gran riqueza, en permanente transformación. Además, ella se ha convencido de que la propagación del bosque nativo es fundamental para recuperar el paisaje originario.

Jardín Amadori

Nombre proyecto: Jardín Amadori

Superficie jardín: 3.700 m2

Año Construcción: 2008

Ubicación: Santiago, Chile

Arquitecto casa: 57 Studio

 

Este jardín tiene aproximadamente 3000 m2 y se ubica en un sitio urbano. El emplazamiento de la casa estuvo condicionado por dos aspectos: la presencia de un peumo muy añoso y la necesidad del propietario de contar en el acceso al lugar con un espacio amplio para estacionar autos. Esto significó que la edificación fue desplazada de su ubicación original, lo que favoreció que se trabajara en un jardín interior de buen tamaño.

El diseño hizo participar algunos de los árboles añosos que existían en las casas vecinas (hayas, peumos y una araucaria). Para conseguir integrarlos con el nuevo entorno, se abrieron las vistas y así se incorporaron al jardín.

El trazado del jardín se relaciona directamente con la casa: cada uno de los espacios interiores guarda relación con el exterior. La arquitectura de líneas limpias, despojadas de adornos, permite que el diseño de los volúmenes de la vegetación se vinculen fácilmente con el orden arquitectónico.

La plaza de acceso, que es de adoquines, dura y bastante amplia, se trabajó con setos de boj en direcciones octogonales y paralelas a los trazados de la casa. Luego están los macizos que organizan los espacios, envolviendo los muros blancos o las vigas y vinculándose con la arquitectura ya sea por continuidad o por contraste.

El jardín está formado por una secuencia de patios por los que se desplaza el caminante. Hay espacios más abiertos, otros más cerrados y otros en desnivel. Según los diferentes usos que se les da, cobran un carácter más íntimo o más público. A grandes rasgos, se trata del lugar de la piscina, del gran prado que cuenta con un espejo de agua, del jardín de los dormitorios y del jardín de la sala de estar. Aquí no existen caminos: el recorrido consiste en avanzar libremente de un espacio a otro del jardín, donde cada uno presenta una identidad propia que, sin embargo, no afecta la unidad creada en el total.

El jardín del comedor se proyecta hacia el espejo de agua que se fortalece con la fina textura de sus plantas (mayoritariamente verónicas y éricas). El jardín de piedras tiene pequeños espejos de agua para generar una relación con la piscina ubicada detrás de los macizos de arbustos.

Parque Cox

Nombre proyecto: Parque Cox

Superficie Jardín: 30 ha

Año Construcción: 1992

Ubicación: Chicureo, Región Metropolitana, Chile

 

Este es un parque de 30 hectáreas en torno a un cerro con vegetación nativa de secano, diseñado para una gran familia donde se consideran nueve sitios privados de una hectárea cada uno –con sus respectivas casas– que miran desde lo alto un abanico de formas, conectados visualmente, con caminos y senderos, hacia los espacios comunes.

El camino de acceso a las viviendas se proyecta en la ladera del cerro desde donde se dominan las mayores perspectivas hacia los cerros de Santiago y la cordillera lejana, y es en este lugar donde se conforman los nueve jardines privados.

En la zona norte del terreno están las plantaciones de árboles mayores, a modo de bosque, que cumple la doble función de limitar el terreno y ser un gran paseo del parque. Las áreas de praderas entre estas dos circulaciones -las zonas de las casas y el bosque- son los espacios de transición entre lo privado y lo público.

Convertí el terreno, que había sido un campo de maravillas, en un jardín de bosques que se recorre por distintos caminos bordeados de árboles gigantes, donde te encuentras con bosques de robles, bosques de olmos o de coníferas, cedros y sequoias, encinos negros y arbustos.

Jardín Bahía Azul

Nombre proyecto: Jardín Bahía Azul

Superficie jardín: 4.000 m2

Año construcción: 1996

Ubicación: Bahía Azul, Los Vilos, Chile

Arquitecto casa: Juan Grimm

 

Hace aproximadamente 25 años, comencé a buscar un terreno en la costa norte de la zona central de Chile con la idea de construir una casa de veraneo y de fines de semana. Este paisaje me había cautivado desde niño por sus características únicas y especiales. El sitio que encontré, frente a un inmenso océano azul, superó cualquier expectativa: las vistas espectaculares, la riqueza de la topografía marcada por cerros y acantilados de rocas esculturales.

Para el diseño de la casa decidí que el volumen actuara como una roca más del entorno, planificando la arquitectura con una volumetría simple de dos cubos de color negro y un muro revestido con piedras del lugar. Abrí grandes ventanales hacia el mar y los cerros del norte. El acceso principal sigue el ritmo que genera el jardín hasta llegar a un primer patio. Luego, a través de un camino ligeramente curvo se encuentra la primera vista de la casa, junto a una ladera de vegetación nativa que abraza a las rocas típicas del lugar. Más adelante se llega a la escala de acceso de la casa está, sumergida entre los arbustos, tal como sucede en algunos espacios naturales de esta zona, en donde los volúmenes se ven rodeados de vegetación.

Durante los primeros 10 años me dediqué a construir los senderos, el invernadero y a plantar las diferentes especies vegetales. Al momento de decidir las variedades de plantas que utilizaría, imaginaba cómo en el futuro cubrirían las pendientes áridas y rocosas del terreno, cómo se asociarían con la escasa vegetación existente, cómo ocultarían las vistas no deseadas, y cómo se integrarían a ese maravilloso paisaje costero y a la casa ubicada en la parte alta del sitio, justo al borde del acantilado.

Este jardín fue concebido para integrarse al paisaje existente a través de caminos, senderos o escalas para lograr, por medio de curvas o quiebres, la continuidad de la vegetación desde la arquitectura hasta el infinito. Se distinguen el jardín de acceso, el jardín del cerro nativo, el jardín de los cactus, el jardín de la piscina, el jardín del invernadero y el jardín de las rocas de mar, que estoy construyendo ahora. Cada uno de ellos tiene características propias.

Distribuí las especies arbustivas hacia el oriente, protegidas del viento salino por la casa. Siguiendo esa misma dirección, ahora en los deslindes del terreno, planté ciprés macrocarpa y Myoporum laetum formando un cordón vegetal denso, para separarme del vecino y obtener mayor intimidad. Al poniente, frente al mar, dispuse una vegetación en la que predominan las suculentas, bromeliáceas y cactáceas. Allí mismo, con el objeto de potenciar la ladera, reforcé con especies que ya existían: más puyas, más cactus, más nolanas y calandrinias, que se deslizan por las pendientes del acantilado para fundirse con otras especies de suculentas. Predominan ahí diversas tonalidades de verde grisáceo.

El Jardín de Bahía Azul ha sido mi laboratorio. Allá he podido experimentar con plantas nuevas y aprender de su comportamiento; por ejemplo, qué exposición solar requieren o qué cantidad de agua resulta adecuada para lograr el desarrollo óptimo. Tengo clarísimo bajo qué condiciones crecen mejor los chaguales y sé perfectamente a qué hora se huele con mayor intensidad el perfume de los heliotropos y de las phillicas. También he observado cómo los pájaros ayudan en la reproducción de la flora.

Hoy en día el jardín está formado exclusivamente por arbustos, ya que los cipreses macrocarpa y los Myoporum que planté en el deslinde con el vecino fueron derribados por un temporal hace algunos años. Así quedó en claro una de las tantas enseñanzas que van dejando los sucesivos eventos de la naturaleza: los árboles no pertenecen a ese paisaje.

Jardín Urubamba

Nombre proyecto: Jardín Urubamba

Superficie jardín: 12 ha

Año construcción: 2009

Ubicación: Valle Sagrado, Urubamba, Cuzco, Peru

Arquitecto hotel: Bernardo Fort

 

 

Desde un comienzo, este encargo me pareció fascinante, puesto que el hecho de relacionarme con la arquitectura del Valle Sagrado de los Incas, una civilización que tanto admiro, sumado a la posibilidad de introducir en el diseño las especies que se desarrollan en esa latitud de la cordillera de los Andes, es algo que no ocurre todos los días.

El encargo consistía en implementar un proyecto de paisajismo en un parque de 14 hectáreas que rodea a un hotel de lujo ubicado en la ribera del río Vilcanota, cerca del pueblo de Urubamba, a 70 km de Machu Picchu. Se me pidió conservar un bosque de 3 hectáreas de especies autóctonas, una franja de añosos eucaliptus en el borde del río. Para todo lo demás se me concedió libertad absoluta.

El objetivo de este proyecto era potenciar al máximo el paisaje propio del lugar, que presenta un carácter montañoso y a la vez fértil. Me inspiré en la geometría de los incas, de la gran eficiencia que transmiten sus sistemas de cultivos escalonados y de la inmensa sabiduría hidráulica que hay tras sus sistemas de riego.

Para el diseño consideré elementos de agua y piedra, la incorporación de flora autóctona y el trazado de caminos peatonales.

En el acceso al hotel formamos un jardín hundido, surcado por tres canales que representan las vertientes de las quebradas cordilleranas. La cordillera se ubica frente a la fachada, de modo que las aguas que de ella provienen cruzan simbólicamente el valle y vienen a depositarse en el estanque situado en la misma entrada. Con el jardín que lo rodea se establece un circuito, que es el que recorren los pasajeros cuando ingresan al hotel.

Debido a que no todas las habitaciones del hotel contaban con vista al río, propuse crear una laguna en el corazón del jardín que actuara como un polo de atracción, tanto por las aguas en movimiento como por la vegetación que la rodea. Así se generó un nuevo paisaje en aquel lugar.

Con el propósito de dar identidad al jardín, aproveché la topografía del sitio y utilicé elementos como andenes de piedra, canaletas, caídas de agua, estanques, senderos, formas con ángulos y quiebres. Todos estos componentes responden al carácter escultórico de la cordillera y surgen en el diseño, evocándola.

Respecto de la vegetación, fue una grata sorpresa enterarme de que en la zona no existían criaderos para el abastecimiento de las plantas, lo que me obligó a estudiar la flora del lugar y salir con especialistas botánicos a recolectar semillas y esquejes, para así formar un vivero con las especies nativas pertenecientes a ese majestuoso paisaje. Tuvimos mucho éxito en lograr el primer objetivo, que era abastecer el proyecto. Y con el correr de los años, ahora que el jardín ya está formado, se están tramitando los permisos para declararlo jardín botánico, en vista de que la recolección tiene un innegable valor patrimonial, las plantas nativas se han desarrollado sumamente bien y el sitio cumple con los requisitos necesarios.