Nombre proyecto: Parque El Roble

Superficie Jardín: 3.5 ha

Año Construcción: 1998

Ubicación: Coelemu, Región del Biobío, Chile

Arquitecto casa principal: Jorge Ramírez y Ana María Amadori

Arquitecto casa Montes: 57 Studio

Arquitecto capilla: 57 Studio

 

El lugar a intervenir estaba rodeado de muchas hectáreas de plantaciones forestales de pino que se conservan hasta hoy. Habían algunas casas abandonadas e incluso en ruinas, y distintos elementos que en su momento pertenecieron a una antigua viña no operativa. Los dueños refaccionaron las obras existentes y construyeron otras, formando una suerte de pequeña aldea.

El diseño del jardín consistió básicamente en implementar una trama de caminos, senderos, miradores y lugares para estar, cuya función es conectar los espacios a través de diferentes paseos, a modo de un parque.

Este proyecto es un buen ejemplo de integración entre una gran cantidad de elementos construidos, árboles añosos, bosques de pino y algunos reductos de flora nativa.

En los alrededores del sitio a trabajar había sectores de parronales que se mantuvieron. También existían, cerca de un lugar húmedo, muchos álamos carolino de gran tamaño y una araucaria angustifolia. Consideré que era el entorno adecuado para constituir el centro del conjunto. La imagen que me inspiró la primera visita fue de uno de los paisajes del sur de Chile, el de las grandes araucarias bajo las cuales el suelo se viste de ñirres. El espacio que contaba con mayor humedad lo destiné a una pequeña laguna, y a su alrededor incorporé arrayanes, loniceras, chauras, helechos, nuevas araucarias y acer japónico. Aunque se incluyeron especies exóticas, se logró la imagen.

Cada uno de los espacios que diseñé —el jardín de la casa principal, el jardín de la laguna, el jardín de la capilla y el jardín de la casa Montes—, tiene características propias, relacionadas con la topografía individual y con su uso.

El acceso a la casa principal es el más formal del conjunto. Allí también se ubica el edificio más antiguo, que era la bodega de vinos. Frente a ella el espacio del jardín se organiza por medio de una plaza simétrica.

La casa Montes tiene características de mirador, ya que se encuentra en lo más alto del terreno y goza de dominio visual sobre el entorno. Allí destaca un castaño de comer que se cuenta entre los más antiguos de la zona.

El jardín de la capilla es el más íntimo. Se ubica en un bosque de aromos existente, en donde implementé un sotobosque húmedo de musgos y helechos. En el lugar se percibe un aire monástico de silencio y calma.

Luego están los jardines que se relacionan con las distintas estructuras antiguas aisladas, pequeñas construcciones que fueron reacondicionadas como departamentos y dormitorios para visitas. Cada una cuenta con un pequeño mirador donde se proyectan jardines a la escala del lugar. De este modo, además de disfrutar del jardín principal, las visitas observan el parque desde estos miradores que consisten en pequeños rincones, armados principalmente con arbustos para dotarlos de independencia y privacidad (la casita del parrón, la casita de la laguna…).

Los propietarios tuvieron luego una muy buena iniciativa: debido al buen comportamiento que demostraron las primeras plantaciones hechas en el jardín, decidieron seguir reforestando fuera de sus límites, de modo que los bosques de pino que rodeaban las casas fueron reemplazados por grandes extensiones de flora nativa.

La gestión de la dueña ha sido vital en el proyecto: se ha interesado y ha hecho propuestas para que cada lugar nuevo fuese armónico con el conjunto. Fue así que los espacios que se fueron agregando con el correr del tiempo pasaron a formar parte de un jardín de gran riqueza, en permanente transformación. Además, ella se ha convencido de que la propagación del bosque nativo es fundamental para recuperar el paisaje originario.