Nombre proyecto: Jardín Boher

Superficie Jardín: 3.250 m2

Año Construcción: 2009

Ubicación: Lo Curro, Santiago, Chile

Arquitecto casa: S3 Schmidt Arquitectos

 

Este jardín se extiende por las faldas de un cerro en un barrio residencial de la ciudad de Santiago. La gran cantidad de árboles adultos existentes en el sitio, principalmente enormes eucaliptus y añosos olmos, restringía la vista desde la casa hacia el paisaje lejano.

Tuve la oportunidad de participar en la etapa de diseño de la casa con el arquitecto, lo que permitió definir en conjunto ciertos elementos del proyecto, como la inclusión de las aguas provenientes de una vertiente cercana. El agua se utiliza como un elemento estructurador del jardín, una especie de guía que acompaña en todo momento el paseo: nace en la vertiente desde lo más alto del terreno, circula por acequias y caídas, y concluye su recorrido en la parte más baja, en un pequeño estanque a la sombra de los árboles gigantes.

Los volúmenes puros y transparentes de la arquitectura permiten gozar desde el interior de la casa de los enormes troncos de las encinas, eucaliptus, olmos y aromos circundantes. Sin eliminar ninguno de ellos, mi diseño consistió en incorporar otros árboles y arbustos con el propósito de generar un sotobosque entre aquellas columnas naturales.

La idea de jardín sin límites se consiguió de la siguiente manera: por una parte, plantamos junto a los deslindes algunos árboles persistentes, como peumos y alcornoques, que se enlazaron con los árboles de los sitios vecinos; y, por la otra, se “emboscaron” los paseos con gran profusión de arbustos, lo que hace que este pequeño jardín se perciba como un bosque de gran misterio. Uno realmente no se percata dónde empieza y dónde termina.

La ausencia de vistas lejanas sobre el paisaje del entorno, sumada a la exuberancia de la vegetación, induce a concentrar la mirada en los detalles cercanos y agudiza los sentidos. Además, los recorridos de agua, que producen distintos matices sonoros, cobran gran fuerza y protagonismo, y permiten leer el jardín, comprenderlo, tal como hacen los japoneses con sus ríos de piedras, secos.

Las plantas del jardín, entre ellos los renuevos de las nalcas, los helechos y arbustos, que surgen espontáneamente debido a la exuberancia de la vegetación y de los lugares de agua no se retiran. Esto le entrega cierta atmósfera natural y asilvestrada con una gran identidad. Los principales arbustos son hebes, spiraeas, choysias, pitosporos, viburnum, arrayanes, nalcas y helechos.

Este es un jardín oscuro, donde se aprecian en plenitud los cambios propios de la primavera y el otoño. El lugar es fresco, húmedo y misterioso, lo que produce un contrapunto muy interesante con la arquitectura de la casa, que parece flotar entre los árboles y las plantas que lo abrazan.